¿Liderar personas u orquestar pasiones?

Por Mariano Barusso | 10 de abril, 2014

Creemos profundamente en que el liderazgo es un proceso colectivo y no individual, porque es algo que hemos investigado y confirmamos en cada proyecto de desarrollo o transformación organizacional. Sin embargo, sabemos de la importancia que tienen los individuos en roles de conducción cuando son legitimados en su rol fruto de generar credibilidad y confianza en aquellos que buscan de su guía, inspiración o capacidad de creación de sentido en un mundo volátil y complejo.

De hecho, cuando un individuo domina el misterioso arte y la compleja habilidad de influenciar positivamente a otros, el efecto contagio se convierte en la mecha que enciende, muchas veces, una reacción colectiva de sincronía e influencia recíproca que puede diseminarse a través de las redes interpersonales hasta límites inimaginables. Es la consecuencia de haber hecho vibrar la cuerda que estaba allí, para ser pulsada. Esa es una de las tareas centrales de los equipos de liderazgo y de los líderes en su rol individual.

¿Hay una fórmula para encender esa reacción? Para los que lideramos equipos y que a la vez, como consultores, nos sentirnos de a ratos como alquimistas siempre curiosos de la vida organizacional, sabemos que al menos algunos componentes esenciales son fuente de este contagio positivo:

  • La convicción de que uno tiene algo valioso para dar a los demás.
  • El comunicarlo con empatía y con ganas.
  • Mantenerse fiel en ese camino, a pesar de que existan las necesarias miradas desaprobatorias.

¿Quieren vivirlo en una situación real, con un músico y director experimentado en movilizar lo mejor de sus grupos y de sus públicos? Disfruten entonces de estos maravillosos 15 minutos con Benjamin Zander, en esta impecable y ya clásica conferencia TED. Una clase magistral de alguien que sabe de lo que habla.